La economía actual padece un cáncer: la especulación financiera que está estrangulando a la economía productiva que satisface necesidades sociales y crea empleo. En 1971, cuando el dólar tenía un cambio fijo con el oro había una operación financiera por cada una de la economía productiva para financiarla y el valor de esta era equivalente al PIB Mundial. Cuando se rompe el cambio fijo James Tobín recupera la advertencia y la propuesta de Keynes de un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) Los acontecimientos le han dado la razón. En 1990, comienzo de la globalización, las operaciones financieras con títulos derivados ya eran 15 veces superior al PIB Mundial. En 2007 era 70 veces el PIB Mundial. Según Michel Rocard (octubre 2010) hoy hay 270 operaciones financieras por cada una de la economía productiva. Estas operaciones especulativas no aportan nada a la sociedad, están exentas del pago de impuestos, provienen de los Paraísos Fiscales, desestabilizan las finanzas públicas y estrangulan financieramente a las actividades productivas generadoras de bienes, servicios y empleo.
En la actualidad hay una lucha abierta entre dos modelos de desarrollo. Por un lado, el modelo del capital financiero especulador internacional caracterizado por inversiones a corto plazo, especulativas y sin ningún control ni regulación con el único objetivo de maximizar los beneficios de sus gestores sin límite de valor ético, deslocalizado, sin compromiso medioambiental, ni con el bien común y el interés general de sociedad. Y, por otro, el modelo del capital social e institucional, cuyo corazón se encuentra en las Corporaciones locales como Administraciones vinculadas a las poblaciones enraizadas en sus territorios, caracterizado por una visión a largo plazo, con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales, reguladas y vinculadas con el bien común y el interés general. A la rentabilidad y productividad de los propietarios del capital financiero especulador se le contrapone la rentabilidad y productividad social y la competitividad de los territorios cualificando a su población que se desarrolla mediante la innovación endógena, haciendo compatible el bien público con el bien privado de sus habitantes, del que es expresión institucional el Consejo para el desarrollo Económico y Social de la Provincia de Cádiz.
En la lucha entre los dos modelos se han posicionado los diferentes países. Por un lado, aquellos en los que la actividad financiera tiene gran relevancia en su PIB como EE.UU. y Gran Bretaña que se oponen al establecimiento del ITF y al control de los Paraísos Fiscales, ya que la propia City de Londres y Wall Street son Centros Offshores (Paraísos fiscales dentro de los Estados) y el objetivo directo de este impuesto es obtener información de los tráficos financieros especulativos, trasparencia financiera para atacar el fraude fiscal, y perjudicar la actividad especulativa. Por otro, los que su economía se basan sobre todo en la producción de bienes y servicios para su consumo interno o para la exportación a favor del ITF y de la regulación y control de los Paraísos Fiscales, ya que su actividad se ve perjudicada por los especuladores institucionales e internacionales y donde se han posicionado claramente países como Alemania, Francia, Austria, etc. Grupo en el que por interés propio le corresponde estar a España.
Desde el pasado septiembre, antes de la cumbre del G 20 en Seúl, cuando comienza la llamada guerra de divisas, esta especulación se está dirigiendo contra los bienes básicos alimenticios, energéticos y las deudas soberanas de los Estados de la zona euro, lo que ha provocado las “revoluciones del pan” en el Magreb; el encarecimiento del petróleo y gas que incrementa el déficit de los Estados y amenaza con agudizar la crisis económico, social, medioambiental y política; y el traspaso de nuevos fondos públicos a los especuladores internacionales a través del encarecimiento de los tipos de interés de la deuda soberana de los países periféricos de la zona euro como España.
El establecimiento del ITF y la supresión de los Paraísos Fiscales estabilizaría las economías, fomentaría la inversión en la actividad productividad al cerrar los “mercados alternativos”, dotaría de los fondos necesarios para financiar y alcanzar los Objetivos del Milenio en 2015, con sólo el 15% de la recaudación, y queda el resto para financiar e impulsar programas sociales, déficit de las Administraciones Públicas y proyectos comunitarios y de interés general.
Brasil tiene controlado a los especuladores con el Impuesto a las Operaciones Financieras (IOF) establecido en 2003, actualmente al 6% de interés, y con el que Lula saneó las finanzas públicas y sus programas sociales. China, India y Rusia someten a los especuladores con el control de movimientos de capital, control político de su Banco Central y con Banca Pública (los dos mayores bancos mundiales actuales y cuatro de los diez mayores son chinos y dos brasileños) Es la zona euro quién tiene el gran problema y quién tiene que defenderse estableciendo un ITF verdaderamente disuasorio.
Las Corporaciones Locales deben apoyar el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) y la supresión de los Paraísos Fiscales porque es de justicia social y fiscal; por coherencia y en defensa de los intereses de la ciudadanía y de los valores constitucionales, y porque serán de las grandes beneficiarias de su establecimiento y adopción en la zona euro.
fuente: Attac
Foto:AyuntamientodeCarmona
En la lucha entre los dos modelos se han posicionado los diferentes países. Por un lado, aquellos en los que la actividad financiera tiene gran relevancia en su PIB como EE.UU. y Gran Bretaña que se oponen al establecimiento del ITF y al control de los Paraísos Fiscales, ya que la propia City de Londres y Wall Street son Centros Offshores (Paraísos fiscales dentro de los Estados) y el objetivo directo de este impuesto es obtener información de los tráficos financieros especulativos, trasparencia financiera para atacar el fraude fiscal, y perjudicar la actividad especulativa. Por otro, los que su economía se basan sobre todo en la producción de bienes y servicios para su consumo interno o para la exportación a favor del ITF y de la regulación y control de los Paraísos Fiscales, ya que su actividad se ve perjudicada por los especuladores institucionales e internacionales y donde se han posicionado claramente países como Alemania, Francia, Austria, etc. Grupo en el que por interés propio le corresponde estar a España.
Desde el pasado septiembre, antes de la cumbre del G 20 en Seúl, cuando comienza la llamada guerra de divisas, esta especulación se está dirigiendo contra los bienes básicos alimenticios, energéticos y las deudas soberanas de los Estados de la zona euro, lo que ha provocado las “revoluciones del pan” en el Magreb; el encarecimiento del petróleo y gas que incrementa el déficit de los Estados y amenaza con agudizar la crisis económico, social, medioambiental y política; y el traspaso de nuevos fondos públicos a los especuladores internacionales a través del encarecimiento de los tipos de interés de la deuda soberana de los países periféricos de la zona euro como España.
El establecimiento del ITF y la supresión de los Paraísos Fiscales estabilizaría las economías, fomentaría la inversión en la actividad productividad al cerrar los “mercados alternativos”, dotaría de los fondos necesarios para financiar y alcanzar los Objetivos del Milenio en 2015, con sólo el 15% de la recaudación, y queda el resto para financiar e impulsar programas sociales, déficit de las Administraciones Públicas y proyectos comunitarios y de interés general.
Brasil tiene controlado a los especuladores con el Impuesto a las Operaciones Financieras (IOF) establecido en 2003, actualmente al 6% de interés, y con el que Lula saneó las finanzas públicas y sus programas sociales. China, India y Rusia someten a los especuladores con el control de movimientos de capital, control político de su Banco Central y con Banca Pública (los dos mayores bancos mundiales actuales y cuatro de los diez mayores son chinos y dos brasileños) Es la zona euro quién tiene el gran problema y quién tiene que defenderse estableciendo un ITF verdaderamente disuasorio.
Las Corporaciones Locales deben apoyar el Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) y la supresión de los Paraísos Fiscales porque es de justicia social y fiscal; por coherencia y en defensa de los intereses de la ciudadanía y de los valores constitucionales, y porque serán de las grandes beneficiarias de su establecimiento y adopción en la zona euro.
fuente: Attac
Foto:AyuntamientodeCarmona
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