domingo, 21 de agosto de 2011

Carmona: fuente en memoria de MIGUEL ROLDAN ZAFRA

El primero de agosto de 1.974, durante una manifestación en la que los Carmonenses pediamos agua, falleció Miguel Roldan Zafra, en su memoria el pasado 6 de abril se inauguró esta fuente.


Un recuerdo para Miguel por Francisco Eslava
La última víctima del fascismo en Carmona
Los carmonenses de bien no olvidamos a los nuestros. Hoy se cumplen treinta y cinco años del asesinato de Miguel Roldán Zafra, un ciudadano de a pie que pedía pacíficamente, junto a centenares de paisanos, agua para Carmona. Por ello, y para que la memoria colectiva siga dando luz a nuestras generaciones, les dejo copia de parte del reportaje que realicé para el Periódico de Carmona en el treinta aniversario.

Hace 30 años en Carmona: AGUA Y NO SANGRE
En estos días se cumplen treinta años de la tragedia que Carmona vivió en sus calles, cuando una manifestación cortó la carretera N-IV en señal de protesta por la falta de agua. Un muerto y dos heridos fue el trágico balance de un suceso que conmocionó a toda España y dejó una huella de luto en los carmonenses. Como homenaje a la víctima mortal, Miguel Roldán Zafra, y para que la memoria colectiva llegue a la generación más joven que desconoce los hechos o sólo los oyó de boca de sus mayores, El Periódico de Carmona, rescata lo sucedido y aporta datos desconocidos hasta ahora.

La Carmona de 1974 venía arrastrando de años atrás una situación calamitosa por la falta de agua potable para sus habitantes. Barrios enteros no conocían lo que era surgir el agua por los grifos domésticos, y a los privilegiados domicilios que llegaba con cuentagotas les era insuficiente para cubrir las necesidades primarias. El vecindario sobrevivía, a duras penas, con la distribución callejera, caótica e intermitente de camiones cisternas (pipas), el acarreo a mano, en caballerías y en carrillos desde la fuente de la Alameda. La propiedad de un pozo particular era todo un lujo que salvaba a unos cuantos de una situación in extremis. El agua se aprovechaba hasta la última gota como si se tratase de oro.

Pero todo tiene un límite, a pesar de que la población asumía la situación con una paciencia imperturbable. El cúmulo de quejas, de denuncias y de promesas incumplidas sobre la solución del problema alcanzó su cota más alta el 1 de agosto. La protesta surgió de manera espontánea teniendo como vanguardia a un grupo de mujeres del distrito que conforman las calles Mármoles, Vidal y Sevilla, que esperaban desde horas antes y cubo en mano, la llegada de la pipa. Así, a las 15:00 h. , las aguerridas vecinas se plantaban en el centro de la carretera N-IV, entre el nº 40 de la calle Sevilla y la Comarcal, y cortaban el tráfico, algunas con los recipientes en la cabeza, al grito de “queremos agua”.

El hecho se propagó como la pólvora por toda la ciudad, y en las dos siguientes horas, centenares de mujeres y niños hacían lo propio en los puntos de confluencias de los barrios con intersecciones de carreteras. La presencia de hombres era escasa por la hora de trabajo, y porque desde un primer momento las manifestantes no querían la intromisión masculina por un más que probable enfrentamiento con la Guardia Civil. Después del cruce de la comarcal, fueron cortadas por las vecinas del barrio del “Tirri”, las intersecciones en San Francisco y Carretera Vieja; el de Brenes y Lora por las residentes en las calles próximas a la muralla; y el de la Puerta de Sevilla y Arahal por las de Barbacanas, González Girón y Casco Antiguo. Con ello, se hacía imposible la circulación vehículos desde cualquier vía de comunicación exterior, lo que produjo kilómetros de retenciones en todas direcciones.

Las primeras fuerzas del orden que se acercaron a las manifestantes fueron los números de la Guardia Civil del puesto de Carmona, que realizaron una labor de vigilancia y control dentro de la normalidad (estos mismos guardias sufrían el problema del agua como cualquier otro ciudadano) mientras las participantes expresaban su protesta a voces, incluso no faltaron detalles humorísticos en torno al acontecimiento. A las 17:00 h. , el capitán de la Guardia Civil de la compañía con cabecera en Carmona, llamó por teléfono al teniente de alcalde del Ayuntamiento carmonense, Francisco Ojeda, para comunicarle los hechos, respondiéndole éste que “ya los conocía y que se disponía a avisar al alcalde accidental”. El capitán de la Benemérita le contestó que “no lo creía necesario, pues a su juicio, con la presencia de cualquiera de los concejales bastaría para hacer desistir mediante razonamiento suficiente a los manifestantes de su actitud”.
Dicho y hecho, los tenientes de alcalde, Francisco Ojeda y Eduardo Buzón, junto con los concejales Luis Zabala y Francisco Peña se desplazaron para dialogar con los manifestantes sin convencerles para que se disolvieran, aunque estuvieron cerca de conseguirlo en uno de los puntos conflictivos, donde el público comenzó a dispersarse y reanudarse la circulación que a los pocos minutos se interrumpió de nuevo. Mientras, en la Casa Consistorial a las 17:30 h., el jefe accidental del Movimiento, Manuel Rojas, comunicó los acontecimientos al subjefe provincial con el que mantuvo estrecha comunicación. A su vez, el alcalde accidental, Octavio Rodríguez, por ausencia del titular Blas Oliveros, llegaba al Ayuntamiento a la 19:00 h. desde su finca cercana a la ciudad y tras las dificultades de tránsito encontradas en el camino. Sus gestiones consistieron en ponerse en contacto con las autoridades provinciales, sin lograrlo. Tan sólo pudo hablar con Mauricio Domínguez, secretario particular del gobernador interino, a quien dio cuenta de los hechos.

A las 20:30 h., una columna de refuerzos de la Guardia Civil, bajo el mando de un comandante llegaba en autocares a la entrada de Carmona junto al silo agrícola. A los pocos minutos, la orden de disolver la manifestación y restablecer la circulación en el cruce de comarcal se ejecutaba de manera contundente a base de culatazos y con amenazas del uso de las armas: subfusil y metralleta, ya que los números de la Benemérita, en su mayoría jóvenes, no disponían de ningún tipo de material antidisturbios. La refriega continúo a lo largo de la calle Sevilla, rompiéndose definitivamente el corte del tráfico en el lugar. Conocidos los hechos, gran parte de las manifestantes de otros puntos procedieron a disolverse, manteniéndose firmes las que ocupaban el cruce de la Puerta de Sevilla. Aquí, el número se fue incrementando poco a poco, así como grupos de hombres, que ya habían salido del trabajo y que permanecían en las aceras de San Pedro, bajo la Puerta de Sevilla y en la rampa que conduce al Cenicero.

La columna de la Guardia Civil llegaba a la altura de la iglesia de San Pedro sobre las 21:00 h., en formación militar y con subfusil en mano. Los primeros culatazos sobre las manifestantes, que inclusive fueron arrastradas por los pelos, soliviantaron a los espectadores que entre gritos de repulsa e insultos se contuvieron a duras penas, aunque hubo amagos de intervenir ante la contundencia de las agresiones. El repliegue de las manifestantes llegó hasta la zona próxima a la muralla, desde donde se lanzaron algunas piedras sin alcanzar a los guardias civiles, que ya mostraban en sus rostros un nerviosismo propio de inexperiencia para este tipo de intervención. La orden del uso de las armas, en línea de fuego, no tardó en llegar apuntándose indiscriminadamente a diferentes niveles con el resultado de una amplia ráfaga de disparos que produjo el pavor entre una multitud que corrió a refugiarse bajo los arcos y en la rampa del Cenicero. En la huida, muchos cayeron al suelo, levantándose de inmediato para buscar refugio. Tan sólo un hombre quedaba tendido boca a abajo sin poder levantarse. Algunos espectadores, amparados bajo el primer arco de la Puerta intentaron acercarse al herido sin resultado ya que, enfrente y a escasos metros, las metralletas seguían apuntando hacia el lugar, haciéndolos retroceder. Tras varias tentativas, y a pesar del peligro, un grupo pudo llegar a la víctima, y al comprobar que no reaccionaba y estaba ensangrentada fue recogida en la misma posición que se encontraba trasladándola a toda carrera hacia el hospital de San Pedro....seguir leyendo...


fuente: Articulo de Francisco Eslava publicado en Tribuna Libre la Voz de Carmona el día 1 de agosto de 2.009.


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