Yolanda Palomo.
Redacción Opinión Digital.es,
Ser de izquierdas es procurar una mayor justicia en el reparto y redistribución de la riqueza, utilizando responsablemente los mecanismos de financiación que permitan mantener el Estado de Bienestar.
Con ocasión de la inminente reforma constitucional, sin consulta popular si un número determinado de parlamentarios no lo remedian, he escuchado por parte de destacados dirigentes la afirmación de que endeudarse no es de izquierdas.
En su día, también escuché, por parte de otras relevantes figuras, que bajar los impuestos era de izquierdas.
A la vista inicial de estas contradictorias manifestaciones, tengo que confesar mi confusión sobre lo que debe considerarse o no una política de izquierdas.
Pero tengo más contradicciones de calado que me impiden conseguir la paz y que me permito trasladar:
En su día, también escuché, por parte de otras relevantes figuras, que bajar los impuestos era de izquierdas.
A la vista inicial de estas contradictorias manifestaciones, tengo que confesar mi confusión sobre lo que debe considerarse o no una política de izquierdas.
Pero tengo más contradicciones de calado que me impiden conseguir la paz y que me permito trasladar:
¿Es de izquierdas rescatar a los bancos que han sido responsables, en gran medida, de la gran crisis actual y que han podido producir la enorme deuda que ahora se denosta?
¿Es de izquierdas no imponer a los bancos que han recibido las ayudas públicas (de todos los ciudadanos) el impulso y el otorgamiento de créditos para evitar la quiebra de muchas pequeñas y medianas empresas que han dejado en el paro a tantos y tantos trabajadores?
¿Es de izquierdas permitir dejar en la calle a una familia en paro por no pagar la hipoteca a aquellos que han posibilitado en gran medida que ese paro exista? ¿Es de izquierdas permitir que los bancos sigan exigiendo la deuda a los parados, tras haberse quedado con su vivienda?
¿Es de izquierdas establecer políticas de recorte en los derechos y en los bolsillos de los más desfavorecidos para reducir la deuda producida por aquellos que se han beneficiado de la misma?
¿Es de izquierdas asumir que los demás especulen con la deuda, trasladando su coste a los ciudadanos más humildes?
¿Es de izquierdas no reformar el sistema tributario (fuente de financiación natural de los Estados), de tal manera que actualmente se permite que las rentas de capital tributen en menos de la mitad que las del trabajo?
¿Es de izquierdas no promover una lucha contra el fraude posibilitando, según informa Gestha con mayor o menor precisión, que casi el 72% de dicho fraude se produzca por grandes fortunas y empresas?
¿Es de izquierdas cambiar los mensajes sobre la bondad o no de los mecanismos de financiación en función de las coyunturales acciones que se pretendan acometer, en la actualidad la deuda, o en otros momentos, los impuestos?
Estas son una serie de preguntas que me hago, entre otras muchas, que no reproduzco para evitar cansar al lector y, fundamentalmente, porque se me están empañando los ojos de rabia y tristeza.
Junto con esta serie de reflexiones, vuelvo a la tan ansiada y repentina reforma constitucional -que pretende limitar la deuda- y todos los afanes por justificarla como medida intrínseca a la filosofía socialista imperante en el presente.
De los conocimientos que adquirí con respecto a la Hacienda Pública, y sus diferentes formas de financiación, una de las herramientas de modulación de los ciclos económicos, era la emisión de deuda, partiendo de la base de la existencia de un sistema tributario como fuente principal de ingresos que podía no ser suficiente para crear un estímulo económico necesario ante la depresión económica. Y estamos hablando de una emisión de deuda responsable, claro.
¿Es de izquierdas establecer políticas de recorte en los derechos y en los bolsillos de los más desfavorecidos para reducir la deuda producida por aquellos que se han beneficiado de la misma?
¿Es de izquierdas asumir que los demás especulen con la deuda, trasladando su coste a los ciudadanos más humildes?
¿Es de izquierdas no reformar el sistema tributario (fuente de financiación natural de los Estados), de tal manera que actualmente se permite que las rentas de capital tributen en menos de la mitad que las del trabajo?
¿Es de izquierdas no promover una lucha contra el fraude posibilitando, según informa Gestha con mayor o menor precisión, que casi el 72% de dicho fraude se produzca por grandes fortunas y empresas?
¿Es de izquierdas cambiar los mensajes sobre la bondad o no de los mecanismos de financiación en función de las coyunturales acciones que se pretendan acometer, en la actualidad la deuda, o en otros momentos, los impuestos?
Estas son una serie de preguntas que me hago, entre otras muchas, que no reproduzco para evitar cansar al lector y, fundamentalmente, porque se me están empañando los ojos de rabia y tristeza.
Junto con esta serie de reflexiones, vuelvo a la tan ansiada y repentina reforma constitucional -que pretende limitar la deuda- y todos los afanes por justificarla como medida intrínseca a la filosofía socialista imperante en el presente.
De los conocimientos que adquirí con respecto a la Hacienda Pública, y sus diferentes formas de financiación, una de las herramientas de modulación de los ciclos económicos, era la emisión de deuda, partiendo de la base de la existencia de un sistema tributario como fuente principal de ingresos que podía no ser suficiente para crear un estímulo económico necesario ante la depresión económica. Y estamos hablando de una emisión de deuda responsable, claro.
Y para eso, no hace falta constreñir la Constitución. Hace falta tener sentido común, solvencia y, por supuesto, no derrochar recursos cuando tienes saneadas en mayor o menor medida las cuentas. Tenemos ejemplos en la historia que podrían considerarse a la hora de tomar las decisiones políticas. Y Roosevelt, podría ser un buen referente a tener en cuenta. Es bueno aprender de los errores y de cómo el ser humano ha tratado de rectificarlos.
Pues bien… ante este cúmulo de preguntas y de contradicciones que me impiden tener paz conmigo misma como madre, sindicalista, demócrata, ciudadana y persona con una profunda convicción en los valores de la izquierda como actitud vital, yo humildemente me quedo con esta afirmación que me sale del corazón y de la razón:
Ser de izquierdas es procurar un mayor reparto y redistribución de la riqueza; atender a los que menos tienen frente a los que poseen más; impulsar la solidaridad y la igualdad de oportunidades al margen del nivel de renta… en definitiva, procurar que todos tengan un espacio digno en la vida. Y para eso, utilícense los mecanismos de financiación que ordenamiento jurídico nos ofrece. Sin mayor restricción que la eficiencia, la justicia, el sentido común y la responsabilidad que nos exige el mantenimiento del Estado de Bienestar.
Es lo único que podrá hacernos crecer en el respeto, la madurez y la transigencia humana. Es lo justo porque todos saldremos ganando.
fuente:YolandaPalomo - OpinionDigital.es
Pues bien… ante este cúmulo de preguntas y de contradicciones que me impiden tener paz conmigo misma como madre, sindicalista, demócrata, ciudadana y persona con una profunda convicción en los valores de la izquierda como actitud vital, yo humildemente me quedo con esta afirmación que me sale del corazón y de la razón:
Ser de izquierdas es procurar un mayor reparto y redistribución de la riqueza; atender a los que menos tienen frente a los que poseen más; impulsar la solidaridad y la igualdad de oportunidades al margen del nivel de renta… en definitiva, procurar que todos tengan un espacio digno en la vida. Y para eso, utilícense los mecanismos de financiación que ordenamiento jurídico nos ofrece. Sin mayor restricción que la eficiencia, la justicia, el sentido común y la responsabilidad que nos exige el mantenimiento del Estado de Bienestar.
Es lo único que podrá hacernos crecer en el respeto, la madurez y la transigencia humana. Es lo justo porque todos saldremos ganando.
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