No ha sentado bien en algunos dirigentes sindicales la decisión del Movimiento 15 de Mayo de convocar, por la vía interpuesta de los sindicatos minoritarios, una huelga general para el próximo otoño. En todo caso, conviene no apresurarse hasta ver en qué queda la cosa, esto es, si es cierta la noticia o es una propuesta o algo similar. Pues bien, como no estamos hablando de cosas menores vale la pena pegar la hebra al respecto. Sin embargo, estimo conveniente referir, en este ejercicio de redacción, algunas consideraciones acerca del malhumor de mis compañeros sindicalistas. En todo caso, aclaro que no me considero equidistante del sindicalismo y del 15 M. Soy parte de Comisiones Obreras y, como diría el castizo, a mucha honra.
Algunos de mis compañeros piensan que el 15 M está siendo instrumentalizado por los sindicatos minoritarios. El argumento que esgrimen está en el desinterés de esos jóvenes indignados por Comisiones Obreras y UGT. Los que tenemos paciencia y seguimos barajando vemos las cosas de otra manera. Al menos este es mi caso. Yo no creo en esa instrumentalización, lo digo así de claro. Estimo que la cosa es más de fondo. Intentaré aclararlo rápidamente.
Soy del parecer que la clave del problema, en lo que atañe a la real o hipotética convocatoria de esa huelga general, por vía interpuesta, está en la mitomanía que existe en ciertos sectores, de no importa qué generaciones, en la panacea de la huelga general. Una mitomanía a la que no son extraños determinados colectivos de mi mismo sindicato. Una mitomanía que no es nueva pues viene de muchos, muchísimos lustros atrás. Por otra parte, dicho mito está salpimentado con determinados ingredientes: el sindicato que no convoca la huelga general o está esclerotizado o definitivamente burocratizado. Lo que también viene de muchos, muchísimos lustros atrás. Es más, se trata de una constante que acompaña la biografía del sindicalismo desde sus primeros andares.
Otra cosa, bien distinta, es la idealización que hoy se hace de aquellos viejos tiempos. Así las cosas, la creencia en ese mito se ha convertido en una fe, la primera virtud teologal. De ahí la dificultad de debatir serena y razonadamente: la fe no se discute y, según parece, ni siquiera se transforma. La fe es una potente costra que, plena de legañas, no entra en los detalles de darle vueltas a la cabeza.
Así pues, en la mitomanía de la huelga general, como elemento salvífico, está una parte de la madre del cordero de lo que nos traemos entre manos. Porque, así las cosas, el adanismo del 15 M cree encontrar mejor acomodo en la cultura enragée o revoltée del sindicalismo minoritario, que ha hecho de la huelga general un fetiche más que un instrumento. Un sindicalismo minoritario, todo hay que decirlo, que todavía no ha explicado –ni se ha dicho así mismo— por qué los trabajadores dan el apoyo mayoritario a Comisiones Obreras y UGT en los ecocentros de trabajo, que es donde tiene su principal expresión el conflicto social. Como tampoco han explicado las razones de no haber convocado ellos la huelga general que siempre reclamaron, viniera o no a cuento, a las organizaciones mayoritarias. Que sí la convocaron, como es sabido por ellos y por el 15 de Mayo.
En todo caso, la cuestión de fondo –la que está pendiente por dilucidar— es por qué el 15 M se desinteresa de los sindicatos mayoritarios. Por supuesto, la argumentación (o, si se quiere, la carga de la prueba) debe partir esencialmente de ellos mismos. Pero ello no nos exculpa a nosotros de analizarnos a fondo, sin cortapisas: sin la autoflagelación estéril ni el engreimiento, no menos inútil. Una reflexión imprescindible, no tanto para ser mejor vistos por el 15 M sino como imperativo propio, como autoexigencia natural, como sujeto colectivo impulsor de reformas (dignas de ese nombre) en este contexto de largo recorrido de la innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de servicios, de globalización desigual, en unos contextos nacionales de envejecimiento de los sistemas democráticos, de relegitimación del poder discrecional de las finanzas y de la cooptación de la política por parte de estos operadores financieros. Algo que no se combate y se reforma sobre la base de la praxis enragée ni con la mitificación de la huelga general, entendida como un movimiento espasmódico.
Se trata de que el sindicalismo confederal se desafíe a sí mismo con la idea de autoprovocar una reforma de su propio sistema proyectual-organizativo: desde su plena incrustación en el paradigma postfordista hasta las formas de representación más convenientes del conjunto asalariado que va siendo. Por supuesto, sin aturrullarse, estableciendo las prioridades de un itinerario de largo recorrido. Lo que, gradualmente, podría llevarle a ser más eficaz en su cometido para los sujetos a quien representa y, de ese modo, ser más extrovertido. En resumidas cuentas, el problema no está en caerle en gracia al 15 M sino en la utilidad colectiva para el conjunto asalariado.
Así pues, “calma y barajar”. Poner los oídos atentos y la mirada clara en qué hacemos y qué debemos hacer, en cómo hacemos las cosas y cómo deberíamos hacerlas. Y, por supuesto, entender que hasta los (poetas) novísimos pusieron a caldo a gentes como Dante y Goethe, a Juan Ramón y Machado. Esa fase adanista, que también la tuvimos nosotros en los primeros andares de Comisiones Obreras, es la vida misma.
Oídos abiertos o lo que es lo mismo, ignorar el viejo refrán que dice: con mi sangre no te metas, de mi sangre hablo sólo yo. De nuestra sangre puede hablar cualquiera, de la misma manera que nosotros hablamos de lo divino y lo humano.
fuente:LopezBulla
Soy del parecer que la clave del problema, en lo que atañe a la real o hipotética convocatoria de esa huelga general, por vía interpuesta, está en la mitomanía que existe en ciertos sectores, de no importa qué generaciones, en la panacea de la huelga general. Una mitomanía a la que no son extraños determinados colectivos de mi mismo sindicato. Una mitomanía que no es nueva pues viene de muchos, muchísimos lustros atrás. Por otra parte, dicho mito está salpimentado con determinados ingredientes: el sindicato que no convoca la huelga general o está esclerotizado o definitivamente burocratizado. Lo que también viene de muchos, muchísimos lustros atrás. Es más, se trata de una constante que acompaña la biografía del sindicalismo desde sus primeros andares.
Otra cosa, bien distinta, es la idealización que hoy se hace de aquellos viejos tiempos. Así las cosas, la creencia en ese mito se ha convertido en una fe, la primera virtud teologal. De ahí la dificultad de debatir serena y razonadamente: la fe no se discute y, según parece, ni siquiera se transforma. La fe es una potente costra que, plena de legañas, no entra en los detalles de darle vueltas a la cabeza.
Así pues, en la mitomanía de la huelga general, como elemento salvífico, está una parte de la madre del cordero de lo que nos traemos entre manos. Porque, así las cosas, el adanismo del 15 M cree encontrar mejor acomodo en la cultura enragée o revoltée del sindicalismo minoritario, que ha hecho de la huelga general un fetiche más que un instrumento. Un sindicalismo minoritario, todo hay que decirlo, que todavía no ha explicado –ni se ha dicho así mismo— por qué los trabajadores dan el apoyo mayoritario a Comisiones Obreras y UGT en los ecocentros de trabajo, que es donde tiene su principal expresión el conflicto social. Como tampoco han explicado las razones de no haber convocado ellos la huelga general que siempre reclamaron, viniera o no a cuento, a las organizaciones mayoritarias. Que sí la convocaron, como es sabido por ellos y por el 15 de Mayo.
En todo caso, la cuestión de fondo –la que está pendiente por dilucidar— es por qué el 15 M se desinteresa de los sindicatos mayoritarios. Por supuesto, la argumentación (o, si se quiere, la carga de la prueba) debe partir esencialmente de ellos mismos. Pero ello no nos exculpa a nosotros de analizarnos a fondo, sin cortapisas: sin la autoflagelación estéril ni el engreimiento, no menos inútil. Una reflexión imprescindible, no tanto para ser mejor vistos por el 15 M sino como imperativo propio, como autoexigencia natural, como sujeto colectivo impulsor de reformas (dignas de ese nombre) en este contexto de largo recorrido de la innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de servicios, de globalización desigual, en unos contextos nacionales de envejecimiento de los sistemas democráticos, de relegitimación del poder discrecional de las finanzas y de la cooptación de la política por parte de estos operadores financieros. Algo que no se combate y se reforma sobre la base de la praxis enragée ni con la mitificación de la huelga general, entendida como un movimiento espasmódico.
Se trata de que el sindicalismo confederal se desafíe a sí mismo con la idea de autoprovocar una reforma de su propio sistema proyectual-organizativo: desde su plena incrustación en el paradigma postfordista hasta las formas de representación más convenientes del conjunto asalariado que va siendo. Por supuesto, sin aturrullarse, estableciendo las prioridades de un itinerario de largo recorrido. Lo que, gradualmente, podría llevarle a ser más eficaz en su cometido para los sujetos a quien representa y, de ese modo, ser más extrovertido. En resumidas cuentas, el problema no está en caerle en gracia al 15 M sino en la utilidad colectiva para el conjunto asalariado.
Así pues, “calma y barajar”. Poner los oídos atentos y la mirada clara en qué hacemos y qué debemos hacer, en cómo hacemos las cosas y cómo deberíamos hacerlas. Y, por supuesto, entender que hasta los (poetas) novísimos pusieron a caldo a gentes como Dante y Goethe, a Juan Ramón y Machado. Esa fase adanista, que también la tuvimos nosotros en los primeros andares de Comisiones Obreras, es la vida misma.
Oídos abiertos o lo que es lo mismo, ignorar el viejo refrán que dice: con mi sangre no te metas, de mi sangre hablo sólo yo. De nuestra sangre puede hablar cualquiera, de la misma manera que nosotros hablamos de lo divino y lo humano.
fuente:LopezBulla
1 comentario:
Pero bueno, ¿y se extrañan?
Joder, si es que con cosas como ésta:
http://www.elconfidencial.com/comunicacion/2011/comite-empresa-abandona-bloque-venderse-prisa-20110524-79101.html
http://sevilla.cnt.es/ait/CCOO_UGT/CCOO_UGT.html
Y muchísimas más joyas de esos dos sindicatos "mayoritarios", además de sus pactos con el gobierno, el retraso intencionado de la anterior "huelga general", y que la afiliación sindical de este país no llega ni al 20%, ¿a qué viene tanto ego? menos ombliguismo y más autocrítica, joder.
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