Enric Pastor – ATTAC País Valenciá
El Sr. Ministro del Interior ha desgranado, en una conferencia 
celebrada en Barcelona (1), sus ideas sobre la paz ciudadana en una 
alocución de título sugerente: “Violencia urbana: la intolerancia como 
expresión”.
Falta hacía que el sr. ministro se explicara. En los últimos tiempos 
los únicos que lo hacían -y de forma contundente- eran sus subordinados,
 enzarzados en una terrible guerra contra enemigos emboscados entre la 
ciudadanía bienpensante que hacían que sus contundentes argumentos 
fueran explicados democráticamente, vamos, que no miraban a quien le 
tocaba recibir esos argumentos.
Seguramente el sr. ministro conocerá la anécdota de aquel obispo 
francés que, en la guerra contra los hugonotes, fue preguntado por el 
jefe del ejército sobre cómo distinguirían entre aquellos y los buenos 
cristianos que pudieran haber en esa población, para matarlos o no. La 
respuesta del obispo fue clarificadora: “Matadlos a todos, que el señor 
ya los sabrá reconocer cuando toquen a la puerta del cielo”.
La profunda enjundia y el fino análisis sociológico que en esas 
escasas cuatro páginas se encierran, hacen innecesario una mayor glosa. 
Es suficiente con leer las palabras del propio ministro para comprender 
perfectamente lo ajustado de sus razonamientos y la justeza de las 
actuaciones de sus subordinados.
Glosemos algunos de sus párrafos:
-Quiero hablar de la actualidad de la violencia pero desde un otro 
ángulo yendo a sus raíces culturales, antropológicas y sociológicas.”
La entrada es prometedora y sugerente.
-”Juan Bosco animaba con estas palabras a la burguesía catalana a 
prevenir la violencia juvenil construyendo escuelas: “Piense usted que 
el dinero que ahora no invertimos en educación nos lo reclamará luego el
 joven con un arma en la mano””
Sugerimos al ministro del Interior que le pase el texto a su colega de Educación
-”[sobre la violencia]hay cierto consenso sobre  el hecho de que nos 
encontramos delante de una cuestión básicamente cultural[...]en la 
pirámide de necesidades fisiológicas de Maslow, la seguridad ocupa un 
lugar preferente. El ser humano necesita de un contexto de relaciones 
humanas pacíficas en el que construir su personalidad.”
¡Vaya!, aquí estoy de acuerdo con el tal Maslow(2) y, claro, con el 
sr. ministro, en que -como dice Maslow- la seguridad “del cuerpo, el 
trabajo, los recursos, la moralidad, la familia, la salud y la 
propiedad” son importantes. Comuníqueselo al sr. ministro de trabajo y 
recuérdele los millones de parados.
-”…la preocupación por la seguridad en todo el mundo se ha convertido
 en una obsesión por ese mismo tema. Calles privadas, casas acorazadas, 
vehículos blindados, escoltas personales o armas por doquier, incluso 
instrumentos represivos máximos como la pena capital, no lograr detener 
la espiral de la violencia porque sus causas no son instrumentales sino 
personales y sociales.”
¡Bien, bien!, veo que el sr. ministro va entendiendo el tema
-[en algunos medios de comunicación]“Un grito, un puñetazo, un 
disparo o una guerra son presentadas como maneras naturales de resolver 
las diferencias entre las personas, que aparecen como naturalmente 
violentas. Tal es la antropología que subyace bajo muchas películas, 
series de televisión, vídeo juegos e, incluso, dibujos animados.”
Ya decía alguien que en Caperucita Roja subyacía una apología de la 
violencia. Por cierto, éste es el procedimiento usado por sus 
subordinados para “resolver las diferencias”, ¿no?
-A esa perversa concepción de la persona cabe añadir la base social 
que aportan las situaciones de injusticia social, basadas en la falta de
 oportunidades o en la poca distribución de la riqueza.
¡Ejem!,¿decía usted?…
-cabe añadir la difusión de un modelo cultural basado en la confusión
 entre tolerancia y permisividad, así como en la maximización de los 
derechos y la ocultación de las responsabilidades[...] desde los hechos 
de mayo del 68, donde se ha optado por ser tolerante con los 
intolerantes, queriendo extrapolar el concepto de igualdad legal a una 
eventual igualdad en los roles.
¡Ya vamos llegando al meollo de la cuestión!
- Un grafiti, por ejemplo, representa una forma elemental de violencia, pues intenta imponer mensajes en el espacio público.
¡Ya era hora!. Pongamos en cintura a la Coca-Cola, El Corte Inglés, 
Iberdrola, etc., por “imponer mensajes en el espacio público”. Bien, sr.
 ministro, me convence usted.
-El incivismo, como actitud social, aparece como expresión habitual 
de lo expuesto: incendios forestales provocados, ruptura de material 
urbano, verter suciedad en las calles, fumar en espacios no permitidos, 
las campañas de impagos en peajes, agredir verbalmente a las personas, 
romper bancos o coches, quemar símbolos políticos, profanar símbolos 
religiosos…
Su claridad de ideas es proverbial. ¡Qué fino análisis!. Cómo sabe 
separar “las churras de las merinas” poniendo a algunos grupos 
antisociales, como los fumadores, junto con los publicistas y los 
graffitteros, los que no pagan los peajes, queman banderas o bosques, 
etc.
-existe un sistema educativo alternativo y aplicado al desorden 
público, en el que se intenta presentar como violentos e incívicos 
precisamente a los agentes del orden público.
¡Diga usted que sí! Yo he visto como una señora, aparentemente 
pacífica y de edad impropia para esas cosas, agredir con su vientre a la
 bota de un pacífico policía antidisturbios. ¡Dónde iremos a parar!
-En este mismo contexto deberían situarse algunos de los piquetes 
sindicales, cuyo papel informativo parece innecesario en la actual 
cultura de la sobreinformación.
Es más, digo yo, si saben que “no van a sacar ná en limpio”, ¿a santo
 de qué hacen huelgas?. Es lo que se decía en tiempos de Franco y Fraga 
de ministro: “Más ver la tele y menos viajar”
Es el mundo al revés, donde los anti-sistema que viven del sistema se
 apoderan del espacio público. Estamos frente a una real y constante 
apropiación indebida, que provoca una pérdida de confianza del ciudadano
 normal en las instituciones que costea para garantizarle una calidad de
 vida digna.
¡Claro!, es por culpa de esos anti-sistema que se gasta más de lo que
 se debiera en policía y ejército y menos en maestros y médicos. Si ya 
decía yo…
-Debemos revisar el sistema de penas[...] Se han destinado y se 
destinan grandes recursos a prevención y rehabilitación. Deberemos 
evaluar sus ratios de efectividad y replantearnos en base a sus 
resultados…
Lo que decía yo antes. Si es que tiene más razón que un santo, sr. ministro. ¡Mano dura!
-Una sociedad segura es aquella en la que el miedo a la violencia ha 
desaparecido, porque las personas y los colectivos han encontrado otras 
formas de expresar su descontento o, aún más, porque ha desaparecido ese
 descontento. Sólo en un contexto de verdadera justicia, como aseguraba 
el papa Juan XXIII en su encíclica “Pacem in terris”, podrá surgir la 
auténtica paz.
A que va a ser que las cosas pasan porque la gente no tiene “otras 
formas de expresar su descontento”. O sea, ¿que usted entiende que no 
hay “otras formas” ahora y aquí?. Yo creía -ingenuo de mi- que la 
democracia era eso y que estábamos en un régimen democrático, ahora que,
 si usted entiende que lo que pasa es que no hay seguridad por la falta 
de canales para expresar el descontento, ¿para qué existe la política, 
los políticos, los parlamentos, los sindicatos y toda la retahila? 
Porque la policía ya sabemos para lo que sirve, según usted: para cuando
 fallan esas otras formas. ¡Pues estoy hecho un lío!.  Y al Juan XIII 
ese ni me lo miente. ¡Menudo rojeras de Papa!
-La violencia es pues una disfunción social, algo anómalo a nuestra 
sociedad y algo ajeno a nuestra cultura. Promover una nueva cultura de 
la seguridad, basada en la prevención y en la responsabilidad, es hoy en
 día un reto fundamental.
Pues me deja usted tranquilo. Haga una tesis doctoral con estos 
mimbres y rebata a indocumentados como el Sr. Luís Rojas Marcos. Incluya
 entre esos disfuncionales sociales a los militares, los dictadores 
rabiosos(aquí tuvimos uno hace no mucho, ¿sabe?), algunos policías (no 
tooodos, claaaro) y a algunos ministros del interior y sus mandos que 
ven en los ciudadanos expresando su opinión por uno de los medios 
democráticos -el derecho de manifestación- como enemigos.
Por cierto, sr. ministro, ¿le suenan de algo los derechos democráticos que hay en SU constitución (reformada “bajo mano”)?
Notas:
(1)http://www.interior.gob.es/press/jorge-fernandez-diaz-ha-pronunciado-en-el-foro-tribuna-barcelona-la-conferencia-violencia-urbana-la-intolerancia-como-expresion-13934
(2)http://en.wikipedia.org/wiki/File:Maslow%27s_Hierarchy_of_Needs.svg
(1)http://www.interior.gob.es/press/jorge-fernandez-diaz-ha-pronunciado-en-el-foro-tribuna-barcelona-la-conferencia-violencia-urbana-la-intolerancia-como-expresion-13934
(2)http://en.wikipedia.org/wiki/File:Maslow%27s_Hierarchy_of_Needs.svg
fuente: ATTAC 
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