..En estos tiempos en que las esperanzas para salir de la crisis están
depositadas en el carácter emprendedor, si existiera más voluntad
política y menos conformismo empresarial, quizás habríamos detectado
oportunidades para reforzar un sector industrial que solo tendrá futuro
desde la innovación...
La actualidad nos proporciona un ejemplo valioso de que no hay
política industrial útil sin innovación. La noticia sobre el chándal que
lucirán nuestros deportistas en los próximos Juegos Olímpicos de
Londres es el ejemplo de que, por segunda vez en ocho años, se ha
perdido la oportunidad de aprovechar este estímulo innovador para
nuestro sector de la moda.
No hago esta referencia por el hecho de que los uniformes parezcan
salidos de un concurso de disfraces. Lo relevante es que el Comité
Olímpico Español no ha encontrado respuesta en la industria de la moda
española y nadie, ni Gobierno, ni sector, han intuido lo que un encargo
de estas características podría representar para las empresas en la
proyección de marca.
Siendo cierto que España no es líder en prendas y marcas deportivas
-pero no menos que Rusia- tenemos el gran potencial de primeras firmas
internacionales en moda de calzado, perfumería, complementos, piel,
confección y género de punto; empresas punteras en textiles técnicos y
también algunos buenos centros tecnológicos especializados en textil y
calzado. Y, en el caso de los uniformes de las próximas Olimpiadas, el
potencial de tener buenos y admirados deportistas.
En estos tiempos en que las esperanzas para salir de la crisis están
depositadas en el carácter emprendedor, si existiera más voluntad
política y menos conformismo empresarial, quizás habríamos detectado
oportunidades para reforzar un sector industrial que solo tendrá futuro
desde la innovación.
Nos cuesta trabajar en red, promoviendo alianzas y aprovechando
sinergias de entornos y proyectos comunes. En este sector marcado por el
pequeño tamaño de las empresas, hay que superar hábitos poco
cooperativos ante los grandes esfuerzos que se exigen en materia de
innovación, diseño, comercialización, promoción, distribución e
internacionalización. Hábitos que superen la división de los sectores
que hasta ayer han navegado en su propia barca y que hoy, por la crisis
pero también por la amplitud de los mares de la globalización, obligan a
navegar en un trasatlántico común que construya el conjunto del sector
de ‘Moda España’, reconocido por su calidad y por su ética de respeto de
los derechos del trabajo.
Este sector de nuestra economía está lleno de potencialidades. Ya
contó durante unos años con un fuerte diálogo entre patronales y
sindicatos, que, con el objetivo de amortiguar los efectos sociales y
acompañar la adaptación del sector al mercado global, permitió acordar
los Planes de Apoyo con los anteriores gobiernos del PP y del PSOE.
Aprovechemos el debate social -chistes incluidos- que han provocado
nuestros chándales olímpicos y el sonrojo de ver cómo otros países no
han desaprovechado la ocasión para reforzar su industria. Una industria
que en España requiere de esfuerzos e inversiones, también de las
Administraciones Públicas, para reactivar la productividad y el empleo
estable del que estamos tan necesitados.
Precisamos una nueva cultura industrial que apueste por la
cooperación entre los diversos protagonistas que conforma el amplio
sector de la moda, aunando los esfuerzos de patronal, sindicatos,
gobiernos y de toda la cadena de producción: creación, diseño,
fabricación, distribución, promoción, pasarelas y comercialización. Nos
urge dar el paso ya consolidado en otros países, que entienden el sector
como la integración de todas sus actividades, que van más allá del
vestuario, e incluye accesorios, joyería, cuero, calzado, marroquinería,
etc. Ya que la moda, además de una realidad económica y tecnológica, es
también una manifestación cultural donde se expresan factores
psicológicos y sociales, estéticos y simbólicos.
Joaquim González Muntadas | Secretario General FITEQA-CCOO
fuente:NuevaTribuna.es
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