Con IU el Ayuntamiento de Carmona alcanzó un superávit de 1.400.000 y 1.700.000 euros en 2006 y 2007 respectivamente, un Limancar saneado y más de 6.000.000 euros en patrimonio municipal del suelo.
El préstamo es una forma de financiar gastos e inversiones de uso normal y cotidiano en todos los ayuntamientos, incluidos los gobernados por el Psoe y el PP. La ley lo permite siempre que su cuantía global 
no sobrepase unos límites.
Precisamente, IU siempre respetó esos límites para que los posteriores gobiernos pudieran acudir al préstamo como vía de financiación, como así finalmente ha sucedido.
Pedir préstamos no es en sí mismo ni bueno ni malo y, como ocurre con cualquier familia y siempre que se haga en el marco de una administración responsable del dinero, resulta necesario para realizar obras que de otra forma no se podrían acometer. De ahí que señalar sólo la cuantía de los préstamos, sin mencionar la política de gastos e ingresos totales, es sencillamente mentir a los carmonenses sobre la realidad económica del ayuntamiento.
Gracias, entre otros, a los préstamos solicitados y al conjunto de la política económica desarrollada por IU en sus 12 años de gobierno, Carmona consiguió recuperar la importancia que como municipio se merecía y merece. Sirvan de ejemplos, el Pabellón Pepe Rivas, la adquisición del Palacio de los Briones, sede de la Universidad Pablo de Olavide, el del Marqués de las Torres y su posterior conversión en museo de la Ciudad, el arreglo de calles tan importantes como la Calle Sevilla, Paseo de San Antón, los distintos planes de barrios, adecentamiento y mejora de plazas como la de San Antón, el acceso a la ciudad mediante rotondas y, en fin, el impulso a una política de vivienda con más de 1000 viviendas construidas.
Al igual que cualquier particular, un ayuntamiento se convierte en moroso no cuando contrata préstamos, sino cuando deja de pagar los gastos diarios como la luz, el agua, el teléfono, proveedores, etc., que es lo que empezó a ocurrir en la anterior legislatura.
Por tanto, la actual situación económica viene provocada por la irresponsabilidad del anterior equipo de gobierno del PSOE, que, como si de una especie de “cuento de la lechera” se tratara, gastaba según una previsión de ingresos que luego no se cumplían, provocando un agujero entorno a los 8.000.000 de euros en los cuatro años de su mandato y negándose, durante todo ese tiempo, a tomar medidas que subsanaran esta situación, a pesar de nuestras advertencias.
Por su parte, Juan Ávila, siempre ha estado al corriente de la situación económica del Ayuntamiento que ahora dice desconocer, y está cayendo en los mismos errores de gobierno errático y de falta de planificación económica, ya que, a la altura que estamos, todavía ni siquiera ha presentado un borrador de presupuesto
En definitiva IU practicó una política económica austera y responsable, de manera que, junto a la petición de préstamos, también aplicó tres planes de saneamiento que permitieron hacer una gestión adecuada, tanto de los ingresos como de los gastos, maximizando la rentabilidad de los escasos recursos que se tenían y desarrollando una adecuada priorización del gasto, como es el caso de los proveedores, al que se les pagaba puntualmente a todos en un tiempo razonable que, de media, no superaba los 45 días.
no sobrepase unos límites.Precisamente, IU siempre respetó esos límites para que los posteriores gobiernos pudieran acudir al préstamo como vía de financiación, como así finalmente ha sucedido.
Pedir préstamos no es en sí mismo ni bueno ni malo y, como ocurre con cualquier familia y siempre que se haga en el marco de una administración responsable del dinero, resulta necesario para realizar obras que de otra forma no se podrían acometer. De ahí que señalar sólo la cuantía de los préstamos, sin mencionar la política de gastos e ingresos totales, es sencillamente mentir a los carmonenses sobre la realidad económica del ayuntamiento.
Gracias, entre otros, a los préstamos solicitados y al conjunto de la política económica desarrollada por IU en sus 12 años de gobierno, Carmona consiguió recuperar la importancia que como municipio se merecía y merece. Sirvan de ejemplos, el Pabellón Pepe Rivas, la adquisición del Palacio de los Briones, sede de la Universidad Pablo de Olavide, el del Marqués de las Torres y su posterior conversión en museo de la Ciudad, el arreglo de calles tan importantes como la Calle Sevilla, Paseo de San Antón, los distintos planes de barrios, adecentamiento y mejora de plazas como la de San Antón, el acceso a la ciudad mediante rotondas y, en fin, el impulso a una política de vivienda con más de 1000 viviendas construidas.
Al igual que cualquier particular, un ayuntamiento se convierte en moroso no cuando contrata préstamos, sino cuando deja de pagar los gastos diarios como la luz, el agua, el teléfono, proveedores, etc., que es lo que empezó a ocurrir en la anterior legislatura.
Por tanto, la actual situación económica viene provocada por la irresponsabilidad del anterior equipo de gobierno del PSOE, que, como si de una especie de “cuento de la lechera” se tratara, gastaba según una previsión de ingresos que luego no se cumplían, provocando un agujero entorno a los 8.000.000 de euros en los cuatro años de su mandato y negándose, durante todo ese tiempo, a tomar medidas que subsanaran esta situación, a pesar de nuestras advertencias.
Por su parte, Juan Ávila, siempre ha estado al corriente de la situación económica del Ayuntamiento que ahora dice desconocer, y está cayendo en los mismos errores de gobierno errático y de falta de planificación económica, ya que, a la altura que estamos, todavía ni siquiera ha presentado un borrador de presupuesto
En definitiva IU practicó una política económica austera y responsable, de manera que, junto a la petición de préstamos, también aplicó tres planes de saneamiento que permitieron hacer una gestión adecuada, tanto de los ingresos como de los gastos, maximizando la rentabilidad de los escasos recursos que se tenían y desarrollando una adecuada priorización del gasto, como es el caso de los proveedores, al que se les pagaba puntualmente a todos en un tiempo razonable que, de media, no superaba los 45 días.
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