CCOO fue ya desde su fundación algo más que un sindicato. En un primer momento, bajo la dictadura franquista, fue un movimiento sociopolítico que unificaba las reivindicaciones de los trabajadores con la lucha por las libertades. Fue sin duda, y junto al Partido Comunista, el tronco básico de la resistencia democrática. CCOO nació con voluntad unitaria y sólo la diversidad sindical que otros, fundamentalmente UGT, promovieron lo obligaron a reconvertirse en un sindicato de “nuevo tipo”. La voluntad unitaria a partir de los propios trabajadores ha sido siempre un objetivo en la historia de CCOO.
Recientemente, CCOO consiguió rectificar, desde la base, la deriva burocratizadora y de gobierno desde arriba que fue imponiendo la dirección de José María Fidalgo. El y alguna otra gente tenían una concepción jerárquica del sindicato, basada en un principio más propio de un “despotismo ilustrado”, donde hay unos pocos que saben, que una organización democrática donde la vinculación con las bases siempre ha sido prioritaria como era CCOO. Esta deriva “despótica” fue alimentando un planteamiento “salvador del país” y centralista que le llevó progresivamente a aislarse y enfrentarse con algunas de las organizaciones mas importantes como Catalunya y Madrid y amplios sectores del Metal y Transportes.
El último Congreso del sindicato comportó un cambio radical, la candidatura de Ignacio Fernández Toxo fue ganando consenso entre sectores diversos de la organización, y finalmente el sindicato acordó no renovar el mandato a Fidalgo. La nueva dirección encabezada por Toxo optó por un cambio radical. En el ámbito interno acabar con las tendencias anquilosadas y enfrentadas, a partir de un proceso de integración de las diversidades. En el ámbito de la actuación del sindicato poner por delante los intereses de la gente a la que se representaba: los trabajadores. Y esta prioridad tanto a en la vida laboral como en el ámbito del conflicto social y la relación con la patronal y el Gobierno.
Se respiran nuevos aires en el sindicato, CCOO es hoy el referente más claro de la izquierda social organizada y junto con la unidad de acción con UGT, la base del movimiento sindical y de la izquierda social.
El acto del 24 de Septiembre en Vistalegre ha sido en este sentido demostrativo. Ha sido una afirmación sindical y política del sindicato ante los difíciles momentos que tendremos que afrontar, tanto en el ámbito socio-económico de crisis, como en el político ante un eventual triunfo de la derecha. CCOO ha enseñado músculo pero no sólo eso, ha reivindicado su orgullo como organización al servicio de los trabajadores y ha dejado clara su voluntad de afrontar desde la negociación o el conflicto la nueva etapa. Todo ello con un objetivo claro, que no sean los trabajadores y la ciudadanía en general los que tengan que pagar la crisis que otros han producido. Luchar para evitar que la salida de la crisis se haga con una sociedad con un deterioro irreversible del limitado Estado del bienestar que aún tenemos.
CCOO sabe que el sindicalismo, y el intento de limitarlo y debilitarlo, es un objetivo claro de la derecha en el camino de la Thatcher. Debilitando a CCOO, debilitando al movimiento sindical organizado se debilita a la izquierda social en un momento en que la izquierda política está, por una parte descalificada como en el caso del PSOE y por otra parte en fase embrionaria como es el caso de la izquierda alternativa.
Es claro que como ya demuestran diversos dirigentes del PP, en comunidades donde gobiernan se trata de reducir la fuerza y la presencia de los sindicatos sea reduciendo de forma drástica sus liberados, es decir la gente que acumula horas sindicales de otros delegados sindicales, como recortando las subvenciones institucionales. Todo ello a la vez que se lanza una campaña más burda en unos casos o más sutil en otros por parte tanto de responsables políticos de la derecha, portavoces mediáticos o medios de comunicación. Ataques que van acompañados desgraciadamente por la posición de algunos sectores alternativos ácratas o de la izquierda marginal, e incluso desde sectores del 15M, que no hacen más que bailar al son de la derecha.
Porque es evidente que como sucedió con Aznar el principal obstáculo de un gobierno de derechas será la izquierda social organizada, es decir los sindicatos y especialmente CCOO. En tiempos de Aznar con mayoría absoluta fueron los sindicatos los que con la Huelga General doblegaron al Gobierno del PP y su “Decretazo” y fue el inicio de su decadencia. La derecha lo sabe y por eso es el enemigo a batir, pues es donde sabe que esta la oposición más real, y menos miedo le tiene a organizaciones movimentistas que pueden tener momentos álgidos pero que después se diluyen como azucarillos ya sea por el intento de manipulación de minorías o por su propio cansancio.
CCOO es muy consciente de la dificultad del tiempo que se avecina y me consta que ya está tomando las decisiones para afrontarlo, ligero de equipaje, pero sabiendo como ya dijo Marcelino Camacho de otras situaciones anteriores “no nos doblegarán”.
fuente:NuevaTribuna
El último Congreso del sindicato comportó un cambio radical, la candidatura de Ignacio Fernández Toxo fue ganando consenso entre sectores diversos de la organización, y finalmente el sindicato acordó no renovar el mandato a Fidalgo. La nueva dirección encabezada por Toxo optó por un cambio radical. En el ámbito interno acabar con las tendencias anquilosadas y enfrentadas, a partir de un proceso de integración de las diversidades. En el ámbito de la actuación del sindicato poner por delante los intereses de la gente a la que se representaba: los trabajadores. Y esta prioridad tanto a en la vida laboral como en el ámbito del conflicto social y la relación con la patronal y el Gobierno.
Se respiran nuevos aires en el sindicato, CCOO es hoy el referente más claro de la izquierda social organizada y junto con la unidad de acción con UGT, la base del movimiento sindical y de la izquierda social.
El acto del 24 de Septiembre en Vistalegre ha sido en este sentido demostrativo. Ha sido una afirmación sindical y política del sindicato ante los difíciles momentos que tendremos que afrontar, tanto en el ámbito socio-económico de crisis, como en el político ante un eventual triunfo de la derecha. CCOO ha enseñado músculo pero no sólo eso, ha reivindicado su orgullo como organización al servicio de los trabajadores y ha dejado clara su voluntad de afrontar desde la negociación o el conflicto la nueva etapa. Todo ello con un objetivo claro, que no sean los trabajadores y la ciudadanía en general los que tengan que pagar la crisis que otros han producido. Luchar para evitar que la salida de la crisis se haga con una sociedad con un deterioro irreversible del limitado Estado del bienestar que aún tenemos.
CCOO sabe que el sindicalismo, y el intento de limitarlo y debilitarlo, es un objetivo claro de la derecha en el camino de la Thatcher. Debilitando a CCOO, debilitando al movimiento sindical organizado se debilita a la izquierda social en un momento en que la izquierda política está, por una parte descalificada como en el caso del PSOE y por otra parte en fase embrionaria como es el caso de la izquierda alternativa.
Es claro que como ya demuestran diversos dirigentes del PP, en comunidades donde gobiernan se trata de reducir la fuerza y la presencia de los sindicatos sea reduciendo de forma drástica sus liberados, es decir la gente que acumula horas sindicales de otros delegados sindicales, como recortando las subvenciones institucionales. Todo ello a la vez que se lanza una campaña más burda en unos casos o más sutil en otros por parte tanto de responsables políticos de la derecha, portavoces mediáticos o medios de comunicación. Ataques que van acompañados desgraciadamente por la posición de algunos sectores alternativos ácratas o de la izquierda marginal, e incluso desde sectores del 15M, que no hacen más que bailar al son de la derecha.
Porque es evidente que como sucedió con Aznar el principal obstáculo de un gobierno de derechas será la izquierda social organizada, es decir los sindicatos y especialmente CCOO. En tiempos de Aznar con mayoría absoluta fueron los sindicatos los que con la Huelga General doblegaron al Gobierno del PP y su “Decretazo” y fue el inicio de su decadencia. La derecha lo sabe y por eso es el enemigo a batir, pues es donde sabe que esta la oposición más real, y menos miedo le tiene a organizaciones movimentistas que pueden tener momentos álgidos pero que después se diluyen como azucarillos ya sea por el intento de manipulación de minorías o por su propio cansancio.
CCOO es muy consciente de la dificultad del tiempo que se avecina y me consta que ya está tomando las decisiones para afrontarlo, ligero de equipaje, pero sabiendo como ya dijo Marcelino Camacho de otras situaciones anteriores “no nos doblegarán”.
fuente:NuevaTribuna
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