Los policías marroquís asaltaban el “campamento de la libertad” en El Aaiún, que albergaba a 23.000 saharauis, provocando al menos 11 muertos y 700 heridos, el mismo día en el que se reanudaban en Nueva York las negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario sobre el futuro del Sahara Occidental, ocupado por Marruecos desde 1975. El diputado comunista Jean Paul Lecoq intentó visitar ese día el Sahara Occidental, pero Marruecos se lo impidió y le expulsó a París. Vuelve a hablar sobre el conflicto que dura ya 35 años y hace un llamamiento para que Francia reaccione.
Durante mucho tiempo, Marruecos ha pretendido hacernos creer de manera casi caricaturesca que el pueblo saharaui estaba dividido en dos : una mitad independentista, refugiada en Tinduf, que estaría manipulada por el Frente Polisario y bajo mano por Argelia, y otra mitad que vive en los territorios ocupados que, en su mayoría, aceptaría de manera positiva la presencia marroquí porque mejoraba su vida cotidiana.
Pero con lo que acaba de suceder, vemos que no hay nada de eso. Por primera vez, los saharauis que viven en los territorios ocupados por Marruecos han decidido reaccionar al trato que se les da, a la vida que se les “propone”. Miles de saharauis abandonaron pacíficamente la ciudad de El Aaiún, capital del Sahara Occidental, y se instalaron en tiendas de campaña, a una veintena de kilómetros. El lunes 8 de noviembre, cuando se produjo el asalto, eran más de 23.000. Hemos visto imágenes muy violentas. Los militantes saharauis han contado que la policía avanzaba sacando a las familias de las tiendas e incendiado éstas sistemáticamente. Ha habido muertos (11 según el Frente Polisario), detenciones violentas, 700 heridos y al menos 150 desaparecidos.
El conflicto dura ya 35 años y la situación es insostenible. Los saharauis ya no soportan los ataques a sus derechos, las detenciones, la negación de su ciudadanía saharaui. Si los más viejos que conocieron el periodo de la guerra anterior a 1991, siguen apegados a un arreglo pacífico, los más jóvenes, reclaman la reanudación del conflicto armado. Saben que no tienen peso frente a la potencia militar marroquí pero quieren pelear por cualquier medio. Es necesario que este pueblo que siempre ha demostrado su pacifismo no tenga que llegar a la violencia ciega para hacerse oír.
Es pues urgente luchar para que el derecho internacional sea aplicado. El problema del Sahara Occidental es un problema de descolonización. En 1975, Hassan II lanzó la “marcha verde” llevada a cabo por civiles voluntarios para provocar la salida de la potencia colonizadora España y anexionarse el Sahara Occidental. Tras 16 años de combates, Se acordó el alto el fuego en 1991. El plan de paz firmado el mismo año es muy claro, prevé un referéndum de autodeterminación para que los saharauis decidan su futuro. Ésta es la razón del establecimiento de la MINURSO, Misión de las Naciones Unidas para la Organización de un Referéndum en el Sahara Occidental. El referéndum se ha retrasado y vuelto a retrasar desde 1991.
Los dirigentes de la comunidad internacional han demostrado hasta ahora su nula voluntad de solucionar la situación. Francia también. En 2010, interpuso su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para impedir que la misión de la ONU fuese extendida a la protección de los derechos humanos. Francia utilizando su veto a los derechos humanos ¡increíble !
De Hubert Védrine a Bernard Kouchner, Francia, oficialmente, ha afirmado siempre que mantenía una posición equidistante entre el Frente Polisario y Marruecos. Hasta esta semana, en la que hemos asistido a un giro crucial. Tras el asalto criminal, Francia ha dicho que apoyaba la posición marroquí, lo que se llama la “tercera vía”, la autonomía bajo soberanía marroquí. Con este apoyo a Marruecos, Francia es la clave del conflicto. No puede continuar apoyando a Marruecos. País que es una fuerza de ocupación de la nación saharaui que explota, saquea sus riquezas del mar y del subsuelo, coloniza al igual que Israel en los territorios palestinos. Este conflicto sólo se solucionará el día en que los pueblos se reafirmen y proclamen : “Nosotros, pueblos del mundo, queremos que el derecho internacional sea aplicado en todas las circunstancias porque es nuestra garantía de vivir en paz.” No podemos dejar a los todopoderosos que tienen intereses económicos gestionar la paz del mundo. El pueblo francés, especialmente, debe decir a su gobierno. “No puedes jugar con el derecho internacional, acomodándolo a tus intereses.” Como parlamentario francés, es mi papel provocar el debate en mi país, por eso solicito urgentemente la reunión de la comisión de Asuntos exteriores de la Asamblea Nacional.
fuente: L´Humanité
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