Los sindicatos tienen sus orígenes en el siglo XIX como respuesta a los abusos a los que estaban sometidos los trabajadores, sobre todo industriales y mineros, por parte del capital. Anteriormente a la existencia de los sindicatos hubo protestas, huelgas, manifestaciones, para reivindicar subidas salariales, acortamiento de la jornada de trabajo y eliminación de los trabajos más duros a los niños y mujeres. En Inglaterra surgió el movimiento cartista, y se fueron creando asociaciones de trabajadores como primer paso a la creación de los sindicatos. La lucha por el reconocimiento de determinados derechos de los trabajadores no fue fácil y bastantes trabajadores sufrieron la pérdida de trabajo, la cárcel, e incluso la muerte.
La creación de los sindicatos fue un avance muy relevante en la organización de los trabajadores en la defensa de sus derechos, en lo que se refiere a los salarios, condiciones de trabajo, y jornada laboral. La legalización de los sindicatos fue una lucha ardua, llena de sacrificios y esfuerzo por parte de los trabajadores. Los sindicatos se encuentran vinculados al desarrollo industrial, pero ampliaron su acción a las actividades agrarias y mineras. La consecución de los derechos fue resultado de una lucha en la que muchos cayeron. De todos modos, la historia no es lineal y los derechos de los trabajadores no son irreversibles, y así hemos asistido a hechos en los que los sindicatos eran prohibidos, y sus líderes y militantes perseguidos por los regímenes políticos totalitarios y autoritarios.
En España, los sindicatos mayoritarios en la actualidad son Comisiones Obreras y UGT. Este último sindicato fue creado a finales del siglo XIX vinculado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Durante este siglo y el siglo XX, hasta el final de la guerra civil, compartió la hegemonía sindical con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de tendencia anarco sindicalista. Al lado de estos dos grandes, surgieron sindicatos católicos minoritarios, con el fin de contrarrestar por parte de la Iglesia católica el predominio de las ideas de izquierda, reformistas y revolucionarias, de estos dos importantes sindicatos. También hubo sindicatos amarillos, dirigidos por la patronal y el poder político para boicotear la acción sindical.
En el periodo de posguerra y en plena dictadura surgió con fuerza un nuevo movimiento sindical, Comisiones Obreras (CCOO), ligado en sus orígenes al Partido Comunista y a movimientos católicos. La represión de la dictadura, acabó con la CNT, y la UGT quedó bastante inmovilizada. En la transición política emergió con gran fuerza CCOO, por ser el sindicato que en mayor medida luchó en la clandestinidad contra la dictadura, y a favor de los intereses de los trabajadores. Por su parte, la UGT se va rehaciendo poco a poco, y la CNT existe sólo en grupos muy minoritarios, que tienen poco que ver con la CNT histórica.
Los grandes sindicatos españoles, siguiendo la tradición de los importantes sindicatos europeos, van integrando en sus filas a trabajadores diversos, del sector servicios y profesionales, y no son solamente sus afiliados gentes trabajadoras procedentes de la industria, minería y agricultura, esto es por colectivos que en su día se les denominó trabajadores de cuello azul. Así en la enseñanza conviven en el mismo sindicato profesores y personal de administración y servicios, aunque tengan estos colectivos su propia especificidad, y reivindicaciones en algunos casos separadas, aunque les une una lucha común por la mejora de las condiciones de trabajo, aumento de los derechos sociales, y por la consecución de una sociedad más justa y equitativa. Tanto CCOO como UGT se basan en la solidaridad y no en el gremialismo, o defensa de ciertos privilegios.
Pero al lado de estos sindicatos de clase, con amplia tradición histórica y de lucha ejemplar en los momentos difíciles, han surgido sindicatos gremiales, que se consideran a si mismos profesionales y no políticos, para defender los privilegios de ciertas capas de trabajadores altamente cualificados. Se convierten de este modo en un grupo de presión, que basándose en una posición que hace necesario su trabajo, y cuya sustitución resulta casi imposible, van consiguiendo mejoras salariales y de jornada laboral, sin que les importe lo más mínimo lo que les pasa a otros colectivos de trabajadores. No quieren mezclarse con los colectivos de trabajadores a los que consideran que tienen un estatus profesional inferior, poniendo de manifiesto su posición clasista. No quieren pertenecer a los sindicatos mayoritarios, pues los consideran politizados. Por lo general sus dirigentes son de derechas.
Los controladores españoles han conseguido por la vía de la presión, y por lo indispensable que es su trabajo, unos salarios excesivos, los mayores de Europa, y unas jornadas de trabajo que son las más cortas de Europa. No pretendo poner en cuestión el trabajo de estos profesionales que me parece complejo, de gran responsabilidad, y sometido a una fuerte tensión. Mi reconocimiento como siempre a los buenos profesionales, ya que de su buen hacer depende nuestra seguridad. Lo que sí quiero cuestionar son las prácticas sindicales que llevan a cabo, clasistas, e insolidarias.
La acción llevada a cabo el 3 de diciembre me parece de una gran irresponsabilidad, en la que no calcularon los efectos de las acciones emprendidas, y las consecuencias que se podían derivar. La mayor parte de los ciudadanos, tanto los afectados, como los que no, han sabido quienes son los responsables de esta huelga salvaje, los controladores y no el gobierno. Así, se manifiesta en las declaraciones hechas en los medios de comunicación y a través de internet. La prensa, con matices, también. Prácticamente toda la sociedad se ha manifestado contra esta acción de los controladores, que no solamente han causado graves perjuicios a las personas y a las familias, sino que han causado un daño irreparable a la economía española, ya de por sí bastante afectada por la crisis.
No obstante, ya se dan casos en los que se quiere responsabilizar al gobierno por la aprobación de un decreto el mismo día que comenzaba el puente. No nos podemos equivocar, independiente de que la acción del gobierno haya sido equivocada o no oportuna, la responsabilidad no es otra que de los que han llevado a cabo una acción sin respetar las leyes del estado de derecho. El gobierno puede ser criticado pero no responsabilizado. Si no se está de acuerdo con un decreto se puede impugnar ante los tribunales de justicia, como hacen en muchos casos CCOO y UGT, y bastantes reclamaciones las ganan. También se puede convocar huelga, pero para ello hay unos cauces legales establecidos. No se puede permitir un abandono del trabajo, de la forma en que se hizo. Los afectados no son ricos, sino gente de clases medias y trabajadores que querían disfrutar, en su mayor parte, de unas vacaciones, sin olvidar los casos extremos de enfermedades, funerales, etc.
Todo esto es fruto de lo que decíamos anteriormente, las posiciones clasistas e insolidarias, conducen a esto. A los que tanto critican a los sindicatos y que los tratan de demonizar y si se puede acabar con ellos mejor que mejor, me gustaría saber que opinan de todo esto. Si lo que quieren son sindicatos de este tipo con los que no es posible negociar, o por el contrario lo importante en una sociedad moderna es que existan sindicatos como CCOO y UGT, que sí tienen responsabilidad, pero que saben compatibilizar la lucha con la negociación y el pacto.
En España, los sindicatos mayoritarios en la actualidad son Comisiones Obreras y UGT. Este último sindicato fue creado a finales del siglo XIX vinculado al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Durante este siglo y el siglo XX, hasta el final de la guerra civil, compartió la hegemonía sindical con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de tendencia anarco sindicalista. Al lado de estos dos grandes, surgieron sindicatos católicos minoritarios, con el fin de contrarrestar por parte de la Iglesia católica el predominio de las ideas de izquierda, reformistas y revolucionarias, de estos dos importantes sindicatos. También hubo sindicatos amarillos, dirigidos por la patronal y el poder político para boicotear la acción sindical.
En el periodo de posguerra y en plena dictadura surgió con fuerza un nuevo movimiento sindical, Comisiones Obreras (CCOO), ligado en sus orígenes al Partido Comunista y a movimientos católicos. La represión de la dictadura, acabó con la CNT, y la UGT quedó bastante inmovilizada. En la transición política emergió con gran fuerza CCOO, por ser el sindicato que en mayor medida luchó en la clandestinidad contra la dictadura, y a favor de los intereses de los trabajadores. Por su parte, la UGT se va rehaciendo poco a poco, y la CNT existe sólo en grupos muy minoritarios, que tienen poco que ver con la CNT histórica.
Los grandes sindicatos españoles, siguiendo la tradición de los importantes sindicatos europeos, van integrando en sus filas a trabajadores diversos, del sector servicios y profesionales, y no son solamente sus afiliados gentes trabajadoras procedentes de la industria, minería y agricultura, esto es por colectivos que en su día se les denominó trabajadores de cuello azul. Así en la enseñanza conviven en el mismo sindicato profesores y personal de administración y servicios, aunque tengan estos colectivos su propia especificidad, y reivindicaciones en algunos casos separadas, aunque les une una lucha común por la mejora de las condiciones de trabajo, aumento de los derechos sociales, y por la consecución de una sociedad más justa y equitativa. Tanto CCOO como UGT se basan en la solidaridad y no en el gremialismo, o defensa de ciertos privilegios.
Pero al lado de estos sindicatos de clase, con amplia tradición histórica y de lucha ejemplar en los momentos difíciles, han surgido sindicatos gremiales, que se consideran a si mismos profesionales y no políticos, para defender los privilegios de ciertas capas de trabajadores altamente cualificados. Se convierten de este modo en un grupo de presión, que basándose en una posición que hace necesario su trabajo, y cuya sustitución resulta casi imposible, van consiguiendo mejoras salariales y de jornada laboral, sin que les importe lo más mínimo lo que les pasa a otros colectivos de trabajadores. No quieren mezclarse con los colectivos de trabajadores a los que consideran que tienen un estatus profesional inferior, poniendo de manifiesto su posición clasista. No quieren pertenecer a los sindicatos mayoritarios, pues los consideran politizados. Por lo general sus dirigentes son de derechas.
Los controladores españoles han conseguido por la vía de la presión, y por lo indispensable que es su trabajo, unos salarios excesivos, los mayores de Europa, y unas jornadas de trabajo que son las más cortas de Europa. No pretendo poner en cuestión el trabajo de estos profesionales que me parece complejo, de gran responsabilidad, y sometido a una fuerte tensión. Mi reconocimiento como siempre a los buenos profesionales, ya que de su buen hacer depende nuestra seguridad. Lo que sí quiero cuestionar son las prácticas sindicales que llevan a cabo, clasistas, e insolidarias.
La acción llevada a cabo el 3 de diciembre me parece de una gran irresponsabilidad, en la que no calcularon los efectos de las acciones emprendidas, y las consecuencias que se podían derivar. La mayor parte de los ciudadanos, tanto los afectados, como los que no, han sabido quienes son los responsables de esta huelga salvaje, los controladores y no el gobierno. Así, se manifiesta en las declaraciones hechas en los medios de comunicación y a través de internet. La prensa, con matices, también. Prácticamente toda la sociedad se ha manifestado contra esta acción de los controladores, que no solamente han causado graves perjuicios a las personas y a las familias, sino que han causado un daño irreparable a la economía española, ya de por sí bastante afectada por la crisis.
No obstante, ya se dan casos en los que se quiere responsabilizar al gobierno por la aprobación de un decreto el mismo día que comenzaba el puente. No nos podemos equivocar, independiente de que la acción del gobierno haya sido equivocada o no oportuna, la responsabilidad no es otra que de los que han llevado a cabo una acción sin respetar las leyes del estado de derecho. El gobierno puede ser criticado pero no responsabilizado. Si no se está de acuerdo con un decreto se puede impugnar ante los tribunales de justicia, como hacen en muchos casos CCOO y UGT, y bastantes reclamaciones las ganan. También se puede convocar huelga, pero para ello hay unos cauces legales establecidos. No se puede permitir un abandono del trabajo, de la forma en que se hizo. Los afectados no son ricos, sino gente de clases medias y trabajadores que querían disfrutar, en su mayor parte, de unas vacaciones, sin olvidar los casos extremos de enfermedades, funerales, etc.
Todo esto es fruto de lo que decíamos anteriormente, las posiciones clasistas e insolidarias, conducen a esto. A los que tanto critican a los sindicatos y que los tratan de demonizar y si se puede acabar con ellos mejor que mejor, me gustaría saber que opinan de todo esto. Si lo que quieren son sindicatos de este tipo con los que no es posible negociar, o por el contrario lo importante en una sociedad moderna es que existan sindicatos como CCOO y UGT, que sí tienen responsabilidad, pero que saben compatibilizar la lucha con la negociación y el pacto.
fuente: Carlos Berzosa - Fundacion Sistema
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