... De entre los más de 10 millones de votantes del PP hay millones de
pensionistas que apenas llegan a fin de mes, de trabajadores con el
puesto de trabajo en precario, de pequeños empresarios y comerciantes
matados a impuestos que ahora le suben el IVA y que, sin embargo, votan o
mantienen la intención de voto al PP. Podemos pensar que son cretinos o
ignorantes o las dos cosas, pero el hecho es ese y nada tiene que ver
con su contrato de trabajo, ni con la manera en que se ganan la vida, ni
con supuestas plusvalías obtenidas sobre la diferenciación entre valor del trabajo y valor de la fuerza de trabajo
(Marx). Este es un tema que debiera revisar la izquierda a la izquierda
del PSOE, porque los socialistas dejaron hace tiempo de ser socialistas
y obreros, para bien o para mal. Son dádivas que hay que pagar para
ponerse, como diría Ortega y Gasset, a la altura de los tiempos...
Rajoy, el próximo rescate y la intención de voto
Antonio Mora - NuevaTribuna.es
Rajoy y sus secuaces en el Gobierno se ha convertido en una máquina de cometer errores. Veamos algunos pocos pero importantes:
1) El retraso de la publicación de los presupuestos hasta nada más
pasar las elecciones andaluzas para poder seguir engañando a sus
votantes y no desvelar el programa oculto que se derivaba del
presupuesto;
2) El desvelamiento tardío posterior a la negociación en
Bruselas del déficit de las Comunidades –principalmente las de Valencia y
Madrid gobernadas por el PP– de un déficit oculto que llevaba el
déficit ¿real? Al 8,9%;
3) El desastre de la gestión de la creación de
Bankia, de la gestión de Rato y su destrucción como político, aunque el
máximo responsable, el tal Blesa, apenas salga en los papeles y en los
digitales. Ello alimentaba aún más las dudas de los especuladores que
nos prestan dinero sobre la solvencia del sistema financiero español;
4)
El continuo echar la culpa a la herencia recibida, porque ello siembra
dudas a los especuladores sobre la capacidad de gestión del Gobierno,
porque ello demuestra que esas dudas salen del propio Gobierno;
5) El
crédito al Estado (al FROB) y no a la banca directamente de 100.000
millones de euros del Fondo de Estabilidad europeo, llamándolo Rajoy y
sus secuaces ayudas en lugar de rescate, e intentando
hacer creer a sus votantes que era estupendo y que era a la banca
directamente. Con ellos los especuladores esperaban sentados hasta que
se aclarara la cuestión;
6) La subida del IVA, porque los especuladores
saben que ese impuesto lleva a la corta a la recesión económica por el
retraimiento del Consumo y de las inversiones reales (deja aún menos
margen a las empresas para lo que no sea pagar la nómina y a los
proveedores);
7) El anuncio de la reducción brutal del gasto público de
65.000 millones en un país cuyos ingresos fiscales no llegan ahora a
350.000 millones para un PIB de 1,07 billones lleva a la creencia –en mi
opinión acertada– de que esa reducción en un momento en el que el resto
de los componentes de la demanda agregada –consumo e inversiones
privadas, exportaciones netas– también están cayendo hace que nos
vayamos directamente a la recesión desde la crisis actual;
8) El cretino
del Ministro de Hacienda diciendo que “no hay dinero en las arcas
públicas” con tal de hacer creer a sus votantes que eso es la herencia
recibida;
9) La petición de rescate por una Comunidad de trayectoria pepera y paradigma del despilfarro como es la valenciana.
No están todos los errores, pero creo que son los más importantes. ¿Y
ello cómo es posible? La explicación es muy fácil: no se puede
contentar a la vez a los votantes del PP y a los mercados. Los votantes
del PP no se pueden creer que su partido, al que han votado con tal de
echar a los socialista del poder, tenga alguna responsabilidad de
gobierno y necesitan que les digan que es culpa de los demás: de la
herencia recibida, del BCE, de la Merkel, de los sindicatos, de los
liberados sindicales, de los inmigrantes, etc.
En realidad los que mantienen la intención de voto pepera se
hacen cómplices de los desaguisados del PP siempre que este partido les
de argumentos de exculpación. La intención de voto de la derecha es
siempre una intención basada en el mantenimiento de lo que sus votantes
creen estar en una situación de privilegio o aspirar a ella. Es una
intención de voto hobbesiana, pero necesita ser alimentaba y no
tener la sensación de que se les trata de cretinos. Y lo cierto es que
así les trata el PP, pero no puede ser gratis, el egoísmo es siempre a
título de inventario. Para tener una mayoría absoluta al PP ya no les
basta la herencia recibida franquista –esta es permanente– guisada con
catolicismo integrista y antinacionalismo (más vale roja que rota). Necesitan de los errores de sus enemigos, de los socialistas y del resto de la izquierda.
Ha sido un error de la izquierda creer que se puede trasladar el
paradigma de la división entre clase burguesa y obrera (primero
proletaria, luego asalariada, más tarde trabajadora) a la división entre
izquierda y derecha. De entre los más de 10 millones de votantes del PP
hay millones de pensionistas que apenas llegan a fin de mes, de
trabajadores con el puesto de trabajo en precario, de pequeños
empresarios y comerciantes matados a impuestos que ahora le suben el IVA
y que, sin embargo, votan o mantienen la intención de voto al PP.
Podemos pensar que son cretinos o ignorantes o las dos cosas, pero el
hecho es ese y nada tiene que ver con su contrato de trabajo, ni con la
manera en que se ganan la vida, ni con supuestas plusvalías obtenidas
sobre la diferenciación entre valor del trabajo y valor de la fuerza de trabajo
(Marx). Este es un tema que debiera revisar la izquierda a la izquierda
del PSOE, porque los socialistas dejaron hace tiempo de ser socialistas
y obreros, para bien o para mal. Son dádivas que hay que pagar para
ponerse, como diría Ortega y Gasset, a la altura de los tiempos.
Pero el PSOE sí debiera ser al menos socialdemócrata. Las políticas
neoliberales –aunque en parte fueran forzadas por la sucesora de Hitler
en Alemania que es la Merkel– de Zapatero en mayo del 2010 han dejado
tocado pero aún no hundido al PSOE. Aún tienen una oportunidad, pero es
la última, antes de acabar como los socialistas griegos o italianos. En
mi opinión el PSOE debiera hacer autocrítica de las medidas de mayo de
Zapatero –y de alguna otra anterior, aunque tuviera tintes socialistas
pero de puro escaparate– para plantarse ante el bobo que nos gobierna,
ante la prensa y medios afines que siguen con la herencia recibida
(véase ABC) y ante los votantes del PP, y decirles que reducir el
déficit en plena crisis nos lleva al desastre. Por su parte el PP
debiera hacer lo propio ante la Merkel y dejar de pedir rescate al BCE
implorando la compra de títulos de la deuda pública, como hace el Sr.
Margallo, nuestro penoso Ministro de Exteriores. El problema ahora ya no
es tanto el tancredismo del BCE y de su presidente italiano,
el Sr. Draghi, sino la obsesión enfermiza y criminal de la reducción del
déficit. Este hay que mantenerlo y probablemente aumentarlo hasta que
empecemos a crecer al menos durante más de 3 semestres seguidos. Luego
ya se verá.
Los mercados, es decir, la pandilla de especuladores de cuello blanco
de los que dependemos para financiarnos –el mundo que tenemos de
momento es así– ya apuestan por el rescate o mejor dicho, por la
intervención directa. De nuevo permanecen a la espera, no compran deuda
española; por el contrario la participación de los no residentes en la
deuda española está disminuyendo como el agua de un botijo agujereado.
Ya sólo nos compran los meros especuladores, los que quieren hacer
ganancias a corto plazo. Rajoy y sus secuaces alimentan esta espera
porque, precisamente, están continuamente tomando medidas para
calmarlos. Rajoy, Montoro y de Guindos necesitan con urgencia un manual
de la teoría de los juegos para haber si salen de su ignorancia
y cretinez. Lo que le queda a Rajoy es negociar un buen rescate. Un
rescate que, en lugar de mantener la reducción del déficit para dar
carnaza a sus votantes, apueste por el crecimiento, la lucha contra el
fraude fiscal, el rigor sin reducción del gasto en las Comunidades
Autónomas y un cambio en el sistema financiero que permita aumentar el
crédito y no como está ahora. Es verdad que ello le supondría a Rajoy y
sus secuaces volver a engañar a sus votantes, pero ahora, a estas
alturas, ambos están acostumbrados. Rajoy, en un ejercicio de extremo
cinismo, acabará criticando a Zapatero no por despilfarrador, sino por
ser el primero y causante de reducir el déficit y provocar la recesión. Y
si no al tiempo.
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