¿Se imaginan ustedes que un día cualquiera reciben, entre el
montón de correspondencia, una denuncia policial por haber participado
en unos incidentes en los que físicamente era imposible que estuvieran?
Suena kafkiano, desde luego. Pero es exactamente lo que le ocurrió a
Juan Antonio Aguilar, dirigente de las Juventudes Comunistas (UJCE) y
coordinador del área de Juventud de IU en Córdoba.
La denuncia que ha recibido le recrimina ser el organizador de las
movilizaciones en solidaridad con los estudiantes del IES Lluis Vives de
Valencia, así como participar de forma violenta en dicha movilización.
Lo que por suerte salvará a Aguilar será que en esos momentos se
encontraba reunido en el Consejo local de la juventud, como las actas de
dicha reunión afortunadamente atestiguan.
Pero entonces, ¿por qué recibe este compañero dirigente de IU la
denuncia? ¿quién toma la decisión policial de responsabilizar a una
persona determinada de un amplio movimiento de protesta? ¿qué objetivo
persigue la denuncia?
Algo similar les ocurrió a los tres estudiantes de Barcelona que ya
llevan prácticamente un mes detenidos en “prisión preventiva”, o a los
sindicalistas que están siendo detenidos en Barcelona y Valencia por el
simple hecho de haber participado en la huelga general. Sin duda,
estamos asistiendo a un completo proceso de creación -y uso- de las
llamadas listas negras.
Es muy peligrosa la vía que han tomado. Siempre, no lo olvidemos, la
policía actúa por órdenes políticas. Y aquí la estrategia parece clara.
Señalando a personas muy determinadas, y que obviamente juegan un papel
importante en la movilización social por su condición de dirigentes o
sindicalistas, la policía puede estar intentando asustar y desmovilizar
la respuesta social al grave ataque a los derechos conquistados que está
sucediendo en España.
Estamos involucionando como sociedad, dirigiéndonos a un sistema
totalitario en el que los derechos y libertades individuales son
recortados de facto a la vez que los derechos sociales y económicos se
aplastan al ritmo de decretos ley.
La solidaridad en estos momentos es más importante que nunca, no sólo
como manifestación de apoyo puntual sino como fuerza capaz de
fortalecer todos los movimientos de protesta venideros. Porque es obvio
que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la criminalización de
la protesta y, prácticamente, de la afiliación sindical y política.
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